07 Mar “Bebé medicamento”: consideraciones críticas.
Por Natalia Yachelini y Leonardo Pucheta
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EL CASO
En un artículo publicado el 26 de noviembre de 2021 por Blanche Streb en el periódico francés Le Figaro se presentó un interesante caso: una pareja francesa ordenó la realización de técnicas de reproducción humana asistida (TRHA) con el fin de concebir un hijo con determinadas características genéticas. Buscaban un “bebé medicamento”, fuente de células necesarias para realizar un eventual tratamiento para su hijo mayor, portador de una enfermedad de origen genético.
El fruto de las TRHA ofrecería, luego de un riguroso proceso de selección, la posibilidad de utilizar células del cordón umbilical o de médula ósea para un posible tratamiento para su hermano[1].
ALGUNAS REFLEXIONES
A partir de los hechos descriptos por la autora proponemos una serie de reflexiones que pueden contribuir a la consideración de las complejas aristas asociadas a la problemática del denominado “bebé medicamento”.
- Mediación técnica en la trasmisión de la vida
Surge como primera capa de análisis la intervención en el proceso de trasmisión de la vida evidenciada en el caso de las técnicas de reproducción humana asistida. La disociación del acto sexual de la procreación humana es uno nudo dilemático en si mismo, pero además, en ese marco la ponderación ética de las diversas variantes de técnicas disponibles difiere de acuerdo al origen de los gametos y/o del lugar de concepción.
En el caso comentado se trató de una fecundación in vitro -FIV- (por lo tanto, extra-corpórea) homóloga (con gametos aportados por la pareja que ordenó las técnicas).
Es decir:
- Las TRHA no se llevaron a cabo para resolver una patología reproductiva, ambos cónyuges eran fértiles,
- Se disoció la concepción del hijo del acto conyugal,
- No había “intención procreativa” propiamente dicha, pues la voluntad de los padres se orientó a la búsqueda de una alternativa terapéutica,
- La FIV justificó la concepción de una multiplicidad de embriones,
- Los embriones concebidos fueron sometidos a un proceso de selección doble:
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- En primer lugar, la selección de embriones no portadores de la enfermedad y la consecuente eliminación de los restantes;
- Luego, la eliminación de los embriones no compatibles con el hermano, destinatario eventual del tratamiento.
Nótese que en virtud de la doble selección referida, la probabilidad de éxito del procedimiento era muy baja. Según la autora, en casos de estas características la probabilidad es cercana al 10%.
Las TRHA plantean gravísimos problemas morales, fundamentalmente asociados al respeto debido al ser humano desde la fecundación y a la dignidad de la persona, de su sexualidad y de la transmisión de la vida.
- Selección de la descendencia en virtud de características genéticas
En la actualidad, de la mano de la consolidación de las TRHA se afianzan también potentes herramientas diagnósticas prenatales, incluso previas a la implantación de los embriones.
En el caso bajo análisis, el éxito mismo del objetivo perseguido requería el estudio de las características genéticas de los embriones concebidos en orden a asegurar su compatibilidad desde el punto de vista inmunológico. La utilización del llamado diagnóstico genético preimplantatorio (DGP) “extensivo” (el que tiene por beneficiario a un tercero distinto de los embriones concebidos), está ínsito en la búsqueda de un bebé medicamento.
Lo dicho, pone de manifiesto que la utilidad de las herramientas de DGP en términos analíticos facilita la selección de la descendencia, promoviendo la discriminación e, incluso, la eliminación de embriones.
La desproporción entre lo que puede diagnosticarse y lo que puede curarse resulta en la actualidad evidente. Razón por la cual el DGP debe evaluarse cuidadosamente, máxime en contextos favorables al aborto.
En definitiva, la selección de la descendencia refleja una peligrosa apertura eugenésica, la primacía de perspectivas utilitaristas y materialistas y una clara atenuación de la incondicionalidad del amor filial.
- Consideración del concebido como medio
“El deseo de un hijo —o al menos la disponibilidad para transmitir la vida— es un requisito necesario desde el punto de vista moral para una procreación humana responsable”[2].
Como se sostuvo, no se advierte en la motivación de los padres la búsqueda de un hijo cualquiera, buscaban uno bien concreto: Al portador de las células capaces de curar a su hermano mayor.
El deseo de tener un hijo, en realidad, debería tener por objeto al hijo. No a un concebido en abstracto, con tal o cual característica o al que resulta funcional a los intereses de terceros. Tanto en el caso del hijo “sano”, el hijo “perfecto” o el hijo “salvador”, el objeto del deseo no es la sustancia personal “hijo”, sino una o varias cualidades accidentales. No se desea el hijo, se desea una característica.
En este contexto, el concebido es valorado como un medio para la consecución de un fin. Incluso cuando éste pudiera ser elogiable -tal como podría ser la búsqueda de una terapia eficaz-, el ser humano debe reputarse siempre como un fin en si mismo y nunca como un medio.
COLOFÓN
El caso comentado permite visualizar dos caras de la tecnología aplicada, por un lado las ventajas indudables en términos diagnósticos y terapéuticos y, por el otro, las afrentas concretas a los intereses de los concebidos y los riesgos potenciales a nivel social de la consolidación de la lógica utilitarista y adultocéntrica que tales tecnologías favorecen.
¿Qué impacto tendrá en la construcción de la personalidad de los “bebés medicamento” saber que han sido concebidos y seleccionados luego de proceso de clasificación? ¿Cómo será la relación con sus padres, sus hermanos y la sociedad? Tal como se pregunta Streb ¿Será neutral la toma de conciencia de haber sido concebido como un “bebe medicinal”?
Por nuestra parte, encontramos en la apertura al misterio de la transmisión de la vida y en la incondicionalidad del amor filial, atributos que fortalecen los vínculos familiares y los complejos entramados del tejido social en general. Se trata de condicionar el deseo: que no se persiga al hijo como objeto de consumo o como un medio, sino que se lo ame y espere como fruto del amor.
[1] https://www.lefigaro.fr/vox/societe/bebe-medicament-la-technique-fait-de-l-enfant-un-moyen-et-non-plus-une-fin-20211126
[2] instrucción Donum Vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación. Disponible en línea en: https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19870222_respect-for-human-life_sp.html