El documento establece un punto de inflexión en el panorama internacional reciente respecto a la interpretación que se ha dado a la promoción de salud de la mujer y de la familia; la Declaración recupera los derechos humanos universalmente reconocidos que se han ido desnaturalizando en los últimos tiempos y al mismo tiempo cristaliza principios esenciales a favor de la mujer, la familia y la soberanía nacional, los cuales deben estar en el centro de todas las políticas y programas internacionales.
A pesar de que se han enunciado dichos principios en reiteradas ocasiones por los Estados miembros de Naciones Unidas, a lo largo de las últimas décadas la política de la ONU ha marginado a las madres, relegando a la familia y menoscabado la soberanía nacional tanto normativa como programáticamente.
Como podrán ver, el Consenso de Ginebra puede ser un instrumento idóneo para una transformación de la política multilateral, empleándose como un catalizador para la consolidación de la familia como pilar primordial de la humanidad.
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